domingo, 6 de febrero de 2011

ASIA:EL CONTINENTE QUE DESPIERTA

La transferencia de poder de Occidente a Oriente se está realizando a
un ritmo acelerado y el contexto en que tienen lugar los retos internacionales
pronto cambiará notablemente, así como los retos mismos. Muchos en Occidente
ya son conscientes de la creciente fortaleza de Asia. Sin embargo, el hecho
de que sean conscientes no quiere decir que estén preparados. Y ahí está el
peligro: que los países occidentales repitan sus errores del pasado.

Los cambios más importantes de poder entre estados, por no mencionar las
regiones, ocurren con poca frecuencia y muy rara vez de manera pacífica.
A principios del siglo XX, el orden imperial y los estados en ciernes de
Alemania y Japón no lograron ajustarse entre sí. El conflicto así generado
devastó grandes partes del planeta.

Hoy la transformación del sistema internacional será aún mayor y requerirá
que se asimilen tradiciones políticas y culturales marcadamente diferentes.
Esta vez son los superpoblados estados asiáticos los que buscan desempeñar
un papel más destacado. Como Japón y Alemania en aquel entonces, estas
potencias emergentes son nacionalistas, buscan reparaciones de los agravios
del pasado y quieren exigir una buena posición en el panorama mundial. El
creciente poder económico de Asia se está convirtiendo en mayor poder político
y militar, lo que incrementa el peligro potencial de conflictos. En la región,
los puntos de mayor riesgo de hostilidades —Taiwán, la península de Corea y la
Cachemira dividida— han desafiado cualquier solución pacífica. Cualquiera de
ellos podría detonar una guerra de gran escala que haría parecer a las actuales
confrontaciones de medio Oriente meras operaciones policíacas. En breve, lo que
está en juego en Asia es de enormes proporciones y exigirá de Occidente toda su
capacidad de adaptación.

 

Hoy, China es la potencia en ascenso más obvia. Pero no está sola: India y otros
estados asiáticos ostentan tasas de crecimiento que podrían

 aventajar a lasa de los países occidentales mas importantes en las décadas por
venir. La economía de China crece a más de 90/o al año, la de India, a 80 o, y
los "tigres" del Sudeste Asiático se han recuperado de la crisis financiera de
1997 y han reanudado su marcha hacia adelante. Se espera que la economía china
duplique la de Alemania para 2010 y dé alcance a la de Japón, hoy día la segunda
más grande del mundo, para 2020. Si India sostiene un crecimiento de 60 o durante
50 años, como lo creen posible algunos analistas financieros, igualará o superará
a la de China en ese lapso.

No obstante, es probable que el extraordinario ascenso económico de China continúe
durante varias décadas; es decir, si puede salir airosa de los tremendos trastornos
causados por el rápido crecimiento, como son la migración interna de las áreas rurales
a las urbanas, los elevados niveles de desempleo, la enorme deuda bancaria y la
corrupción imperante. En estos momentos, China está enfrentando una prueba crucial
en su transición hacia la economía de mercado. Experimenta alzas inflacionarias,
burbujas en la propiedad inmobiliaria e insuficientes recursos básicos como petróleo,
agua, electricidad y acero. Beijing está restringiendo la oferta de dinero y los
préstamos bancarios grandes, a la vez que  continúa esforzándose por  limpiar a fondo
el frágil sector bancario. También acaba de elevar el valor de su moneda, fijada al
dólar, para abatir el costo de las importaciones. Si esos intentos de enfriar la
economía de China —que es mucho mayor y más descentralizada de lo que era hace 10
años, cuando se mantuvo sobrecalentada— no funcionan, la economía podría derrumbarse.

Aunque fuera temporal, una quiebra tan enorme tendría consecuencias terribles. Hoy
China es un actor tan importante en la economía global que su salud está inextricable-mente
ligada a la del sistema en general. China se ha convertido en el motor que impulsa la
recuperación de otras economías asiáticas de los reveses de la década de 1990. Por ejemplo,
Japón se ha vuelto el mayor beneficiario del crecimiento económico chino, y sus principales
indicadores económicos entre ellos el gasto del consumidor, han mejorado en consecuencia.
Las últimas cifras oficiales indican que el PIB real de Japón se elevó a una tasa anual de
6,40/o en el último trimestre de 2003, el crecimiento más alto de cualquier trimestre desde
1990. Gracias a China, Japón puede estar saliendo por fin de una década de malestar
económico. Pero esa tendencia podría no persistir si China cae en la bancarrota.

India también adquiere mucha importancia en la pantalla del radar. A pesar del vacilante
progreso de sus reformas económicas, India se ha lanzado en una firme trayectoria ascendente,
impulsada por sus grandes éxitos en software y las industrias de servicios a empresas, que
apoyan a corporaciones en Estados Unidos y otras economías avanzadas. La regulación sigue
siendo ineficaz, pero un cuarto de siglo de reformas parciales ha permitido que surja un
dinámico sector privado. El éxito económico también está empezando a cambiar las actitudes
de fondo: después de 50 años, muchos indios están abandonando por fin su papel de víctimas
de la era colonial.

Otros estados del Sudeste Asiático están integrando firmemente sus economías en una red
más amplia mediante tratados comerciales y de inversión. Sin embargo, a diferencia del
pasado, China (y no Japón ni Estados Unidos) es el eje del fenómeno.

 

Los miembros de la Asociación de las Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), por fin,
están considerando seriamente una unión monetaria. El resultado podría ser un enorme
bloque comercial, que representaría buena parte del crecimiento económico de Asia... y
del mundo.
referente al parcial 2 de ees
junior monroy
 

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